Año nuevo, propósito nuevo. A ver
si consigo escribir al menos una entrada al mes en este blog. Una a la
semana estaría mejor pero cuando trabajas y tienes un bebe, tienes tan
poco tiempo libre, que lo prefieres gastar durmiendo y recuperando fuerzas.
Es curioso como nuestra perspectiva
de una fiesta como la Navidad puede cambiar solo con el hecho de tener
un hijo. De hecho, si tenemos la suerte de estar embarazadas en Navidad,
ese año también puede ser muy especial si todo a nuestro alrededor está
tranquilo. La familia te mima un montón, vas por las calles paseando tranquilamente
con una sonrisa de oreja a oreja viendo las lucecitas e imaginándote que
la Navidad siguiente tu bebé alucinara cuando vea la decoración navideña.
Además puedes comer un poco más de la cuenta que con el peso que llevas
ganado, nadie lo notará. Eso si, como te des un atracón al mediodía, los
ardores de estómago no te dejaran vivir esa tarde! Pero no pasa nada por
coger una neula más o un bombón de chocolate.
Y llega la feliz primera Navidad.
Lo que tendrían que ser unos días tranquilos en familia, disfrutando de
vacaciones quien las tenga, se convierten en un ajetreo total. Que si hemos
de comprar regalos, pensar donde comemos cada día, con quien se queda el
bebe si la guardería está cerrada por vacaciones, hacerle una foto con
Papa Noel o el rey de turno. Y también hemos de buscar en la agenda un
hueco para ir a ver lucecitas, que seguro le encantarán. Y como no, la
cabalgata de reyes. Aparte el día 31 a ver si conseguimos darle una uva
con las doce campanadas. Y falta organizar la cena de Navidad con los amigos
o compañeros de trabajo con amigo invisible incluido. Estrés Total.
Al final, pasas de las colas para
hacerle la maldita foto entregando la carta, las luces no las disfruta
porqué se pasa el tiempo durmiendo en su cochecito, no tienes ganas de
comer fuera de casa por todo lo que implica: coger comida, pañales, cremita,
juguetes, ropa de recambio,... Aparte, si no comes en casa, olvídate de
la siestecita que nos pegamos todos después de la papilla de frutas. Total
que llega el día 31 y estas que te mueres de sueño a las 10 de la noche
y te vas a dormir sin escuchar las campanadas. Eso si, como el bebe no
perdona, de madrugada tocará despertarse para darle su primer desayuno
del día y del año. Menos mal que la cabalgata la aguantó bastante bien,
pero si llega a ser un poco más larga... la liamos! Fue acabar el desfile,
meterla en su cochecito de nuevo y a los 2 minutos ya estaba durmiendo.
Angelita!
Decidido. El año que viene, pasamos
de todo el mundo y nos vamos a nuestro rollo. De hecho estamos pensando
en desaparecer del mapa literalmente por unos días. Así no habrán comidas
de compromiso ni corridas con el coche para recoger regalos por todas las
casas. Que las vacaciones son para disfrutarlas y no para tener ganas de
volver al trabajo y con ello a la normalidad de nuestra vida.
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