martes, 1 de octubre de 2013

NOS VAMOS AL PARQUE!

¿A qué niño no le gusta el parque? Seguro que si lo prueban una vez... repetirán seguro.  

El otro día estaba hablando con una compañera que tiene dos niños, uno de 1 año y otro de 7 y me decía que eso de ir al parque... era un rollo, que para ella era como perder el tiempo. Y por tanto, el pequeño todavía no ha pisado uno en su vida. Y el grande, los pisa pero con sus abuelos. A ver, entiendo que no es lo más divertido del mundo estar de pie detrás de los columpios dándoles golpecitos para que se eleven. O sentarse en un banco a observar si nuestro pequeño va a estar en peligro subiendo las escaleras (en algunos sitios ahora cuerdas.... para darle emoción a la cosa) del tobogán. Es cuestión de ponerle un poco de voluntad a la cosa y aprovechar para disfrutar de las risas del peque. 

En mi ciudad existen columpios para niños muy pequeñitos. Parecen cestas y así no se nos escurren por ningún lado. A mi hija la empecé a subir cuando ya se aguantaba sentada y la verdad es que le encanta!.  Pero no me pongo nunca detrás. Siempre estamos una frente a la otra. El problema es bajarla. Bufff como cuesta decirle que hay cola y ahora es el turno de otros niños. Nosotros aprovechamos este rato para aprender los números o cantar canciones. Es una manera divertida de aprender vocabulario mientras la balanceo. Además así aprende a que cuando se ha acabado la canción... le toca subir a otro niño sin rechistar.  

Después tenemos los "ding-dong". Suelen tener forma de animales pero también he visto coches, helicópteros,... Hasta ahora la sentaba allí y le iba dando empujoncitos para que se balanceara. Pero este verano... se ha convertido en un peligro público ya que intenta subir con sus cortas patitas al ding-dong y siempre temo que se me caiga de espaldas durante la odisea. 

Pero lo peor... es el tobogán. ¿A quién se le ha ocurrido la maravillosa idea de quitar los escalones y poner cuerdas??? Ahí sí que tengo que estar atenta porqué todavía no domina el arte de la escalada y en cualquier momento, si no están mama o papa detrás, da un traspiés y se va al suelo sí o sí. Es lo que me da más palo. Estar allí de pie en alerta para ver cuando coloca mal el pie o las manitas. Pero la cara de alegría que pone cuando está a dos metros del suelo y la felicidad de bajar por la rampa... hace que repitamos cada finde. 

Una manera de tenerla entretenida y cerca de los bancos para padres, es llevarnos los utensilios de la playa y jugar con la arena. Sí, ya lo sé, no todos los parques son de arena. En la ciudad de Barcelona, cada día me cuesta más encontrar uno ya que los van sustituyendo por cemento y en los lugares donde han colocado los columpios, son de un material blandito para amortiguar un poco las caídas. Pero para los que tengáis arena en el parque, llevaros una botella de agua y... a jugar con el barro. Y luego a coger a los peques con pinzas para meterlos en la lavadora junto con la ropa. Y no solo la de ellos. La mía suele llegar a casa también bastante sucia ya que me tiro al suelo a jugar con ella. 

Si no queremos estar con ellos en el parque jugando, que preferimos estar sentados en el banco, podemos tener un ojo encima del pequeño y con el otro, ponernos al día con las lecturas (que no tienen porqué ser solo libros). Podemos aprovechar para ojear el diario, el suplemento semanal, revistas, correos del trabajo o personales, las cartas del buzón que no tenemos tiempo de abrir nunca, o una cosa que he descubierto este verano y pienso repetir en otoño: leer en otro idioma. Me cojo un cuento facilito de la biblioteca, que suelen tener capítulos de un par de páginas, un diccionario de bolsillo  y ala, a leer. Así repaso idiomas mientras mi peque se divierte. Yo intento convertir estos minutos en mi momento de relax del día, a pesar de tener el cuerpo en tensión preparado para salir a la carrera en caso de peligro inminente.  

Y sino, siempre nos queda la opción de dejarnos abrazar por el sol antes de que empiece el mal tiempo. Pero no dejemos a los peques en casa. Ellos nos agradecerán pasar ni que sea media horita jugando con otros niños en el parque.  

Así que quien se aburra en el parque es porqué quiere.  

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