En muchos puntos del planeta se celebra la noche del 23 de junio. Es la noche más corta del año y por ello, muchas culturas la celebran de forma mágica: fiestas al anochecer, hogueras, hechizos, ...
Para mi siempre ha sido una noche especial, llena de magia. De pequeña, lo celebraba con mis padres en el colegio. A la que crecí, con la familia y los amigos al aire libre, con cava y un buen trozo de coca con fruta confitada.
Y después, baile, fuegos artificiales en la playa, y .. lo olvidé, el ruido de petardos toooooda la noche.
A un adulto, igual no le molesta. A mi me gusta salir a la terraza y tomar algo viendo el cielo iluminado. Otros prefieren subir el volumen de la tele para ver una película.
Pero cuando tienes en casa una peque de 3 años llorando, que tendría que estar durmiendo desde hace unas horas y que no entiende que significa todo este ruido ni porqué su habitación se ilumina cada 20 segundos... la noche está servida. Y adiós al romanticismo de una noche mágica.
La única ventaja ha sido que por primera vez en 37 meses .... nos hemos despertado a las 8:45am!!
No me lo creo! he dormido 8 horas seguidas! Yuppie!
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