Mi marido me ha dicho mil veces que "no, no y no. Mientras viva yo
aquí no va a entrar ni una mascota". Así que cuando me mudé a su piso,
hará tropecientos años, mi padre se hizo cargo de mi mascota.
Han pasado los años, de cuando en cuando he vuelto a sacar el tema, y
siempre la respuesta ha sido no. Pero aix, hace varias semanas paseando por el
parque mi peque encontró un caracol muy pequeño y... adivináis? Pues sí, lo
hemos adoptado como mascota. No era el primero que veía pero ese día, se lo
quiso llevar a casa.
Yo me imaginaba que en breve tendríamos una mascota en casa, pero pensaba
que sería una tortuga, que es lo que habíamos hablado. De hecho esa tarde
cuando llevamos el caracol a casa y se lo enseñamos a mi marido, tenía la
certeza que en 24h el animalito regresaría a su hábitat natural. Pero nada más
lejos de la realidad. Mi marido cogió una caja de zapatos, le puso un poco de
comida, lo bautizaron ellos dos como "Klautes" y ahí se ha quedado.
A fecha de hoy, en vista de que la visita del animalito va para largo, le
hemos montado un hábitat mejor tras buscar información por internet: caja de
plástico, cascara de huevo para fortalecer el caparazón, ramitas para que haga ejercicio, piedras para que se
esconda,...
Yo creo que el animal ya nos conoce, y no es broma. Cuando nos ve, no se
asusta ni se esconde, que va. Viene caminando hacia nosotros...
Ayer mi peque casi lo mata sin querer al hacerle una fisura en el
caparazón. No nos quedamos tranquilos hasta que unas horas después vimos que
estaba como siempre. En ese momento mi marido y yo nos dimos cuenta de una
cosa: le estamos cogiendo cariño. Klautes ya es uno más de la familia
Os dejo con una foto de las primeras horas de Klautes en casa.
Feliz día
lluvioso!
No hay comentarios:
Publicar un comentario